Mi Placer en la Intimidad

La primera vez que lo hice tenia 15 años y estaba en el campo, sola.
Era una mañana de invierno, y por primera vez, mis padres habían consentido en dejarme la casa del campo en el pueblo para apurar los últimos días que me restaban de mis vacaciones, mientras ellos regresaban a la ciudad.
Momentos de soledad, dueña única de mi tiempo, de mis pasos, conteniendo el aliento, salía de casa, para que nadie pudiera verme, al amanecer y andar por las calles menos transitadas. No quería ver a nadie .Estaba asombrada.
Recuerdo que iba camino de la laguna, cuando al pasar por el quiosco de la plazoleta, lo vi. allí expuesto entre colecciones pasadas. El libro era “ El romancero de la novia” de Gerardo Diego y era para mí. No es que yo buscara nada de ese autor, lo recordaba borroso de haberlo leído en el colegio. Pero sucedió que el libro se acababa de convertir, a mi paso en una promesa que formaba parte de lo que me estaba ocurriendo otra pieza más de mi rompecabezas.
Al llegar a la laguna, con él en la cesta me senté a la sombra de un árbol y dejé por un momento el libro y su tesoro me incita al deseo. Era la primera vez que me sentía extraña una mujer sola en un mundo de adultos.
La saque de la cesta y me sumergí hasta que la oscuridad me obligo a dejarlo.
Era mi libro mi tiempo, estaba en mi lugar .Era yo, y cuando me levanté era otra.
Desde aquel día, siempre que puedo juego a la soledad y al descubrimiento.
Me acerco a un puesto, y compro un libro, al azar si puede ser de poesía, de algún autor que me sea conocido. Lo meto en el bolso, y me voy a cualquier rincón, o a un parque, donde nadie pueda encontrarme.
Y dejó que me embriague el libro y me llene por entero.
Es mi pequeño placer, enorme, de encontrarme a mi misma. Y me digo “ donde estabas”.
P.M